5 de diciembre de 2011

Leyendas Extremeñas: “El Horno del Drago”


La leyenda es una narración tradicional que incluye elementos ficticios, a menudo sobrenaturales y que se transmite de generación en generación.

El Mito refiere un relato de hechos maravillosos cuyos protagonistas son personajes sobrenaturales (dioses, monstruos) o extraordinarios (héroes).
En Extremadura existen variedad de estos mitos y leyendas; señalando emplazamientos que preocuparon a la ciudadanía, por estar designados como guaridas de monstruos y/o de seres extraños condenados a vivir en perpetua reclusión.

Una de la más antigua e inverosímil leyenda mitológica, es la voracidad del supuesto “drago” o dragón que habitaba en las proximidades de Santa Cruz de Paniagua, (de donde El Bronco es pedanía), que Publio Hurtado describe en su libro titulado “Supersticiones Extremeñas”, publicado en el año 1902, donde textualmente refiere lo siguiente:

” “A la mitad del camino que conduce desde Pozuelo a Santa Cruz de Paniagua, a unos doscientos metros a la izquierda de la vía y en el cerro de la “Bardera”, hay un enorme peñasco de forma cónica, con un apéndice que figura el trozo de un puente, de un solo ojo, que mide tres metros aproximadamente de elevación por dos de anchura, y de cuya clave pende una enorme argolla de hierro. Subiendo un poco por las sinuosidades de la peña se ve una caverna medio oculta en las angulosidades de la pizarra, de regular profundidad, denominada El horno del Drago.
Este drago o dragón era un gigante monstruoso, que tenía la cabeza y brazos de hombre y el resto del cuerpo de basilisco. Cuando sentía hambre, daba unos bramidos tan fuertes que se oían a dos leguas a la redonda y atemorizaban a los habitantes de la comarca, quienes, para aplacarlo, le llevaban una vaca o varios carneros que el monstruo mataba y colgaba de la argolla mencionada. Tal presente, que devoraba en crudo, no le duraba más que un día y al siguiente se repetían los bramidos y ofrenda.
Esta voracidad concluyó con la ganadería de la comarca, que entonces empezaba a desarrollarse, y no habiendo reses que engullir, acometió y se zampó a los pobladores de la Alta Extremadura. Cuando dio fin de ellos, bajó a la provincia de Badajoz e hizo lo propio. Luego despobló la Andalucía y, por fin, siempre buscando alimento, pasó al África de donde no volvió””.?
Otra versión de trasmisión oral menos fantástica, señala que el monstruo en realidad era una persona que en la antigüedad había enloquecido, tomando una actitud agresiva, por lo cual sus familiares lo tenían confinado en la referida cueva, amarrado con una cadena a la referida argolla, desde donde emitía gritos aterradores. Éstos le llevaban comida y fueron los que extendieron la leyenda de la existencia del “monstruo”, para ahuyentar y mantener alejado a vecinos o curiosos.
El lugar pese a venir señalizado en los mapas, no es muy conocido por gente del entorno y mi interés era ver si coincidía con la narración del libro, pues un visitante (Simón), me aseguró haber comprobado la existencia de la para mi, inexplicable “argolla”, por lo que decidí visitarlo.
La “peña del drago”, en realidad se trata de dos peñascos ubicado en los más altos del cerro En uno de ellos se encuentra la cueva o guarida, que concuerda totalmente con lo publicado en el referido libro, pero donde ya ha desaparecido la enigmática argolla.
En la otra colindante se halla lo más llamativo del lugar, el “horno”, un curioso hueco en el interior de la roca, formado por capricho de la naturaleza, con semejanza a los hornos tradicionales. Su pequeña boca semejante a un trapecio, está a unos dos metros y medio del suelo y sus dimensiones interiores son de unos 3 metros de largo por dos de anchura y unos 90 cm. de altura, presentando signos evidentes de haber sido utilizado.
La cueva o guarida del mitológico “drago”, sirvió de refugio en distintas épocas a guerrilleros, bandoleros y malhechores, debido a que por su posición estratégica se domina todo el entorno, ofreciéndoles por ello aparente seguridad.
Desde las peñas se divisa el bonito paisaje de los alrededores, por lo cual recomiendo su visita a senderista y amantes de la naturaleza; además, su acceso es fácil y cómodo debido a las pistas forestales que en la actualidad pasan por las proximidades.
Un saludo
Sixto Rivas

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